Hoy es un día negro para mí.
Alfonso, el ultimo sobreviviente de mi grupo de amigos gay (el que vivía en Houston, el novio de Alejandro) murió ayer a las 10:40 de la noche.
Como no tenía contacto con él desde el 2004, recibí un correo electrónico de un tal Doctor Salinas, quien me escribió diciendo que Alfonso le había pedido minutos antes de morir que por favor me avisara en cuanto muriera. Por qué hizo esto? No podía hablar? Cómo fué que murió? Se le complicó algo? Tenía algún otro problema? Cómo estaba sobrellevando el suicidio de Alejandro? Me necesitaba? Por qué no me dejó saber de él sino hasta el momento en que murió...?
Quedan tantas interrogantes en el aire... Me hubiera gustado estar ahí con él. Poderlo apoyar. Consolar. Por lo menos me hubiera gustado que supiera que yo lo apoyaba, que yo le ayudaría en lo que pudiera y necesitara. Que yo ofrecería mi vida por salvar la suya en cualquier momento... pero eso ya no se podrá, verdad?
Lamentablemente, no tengo la menor idea de si su familia ya lo sabe, si estaban ahí con él, si se lo traerán a México... no sé en qué circunstancias terminó, así que definitivamente no podré darle un último adiós.
Pero quedo con la idea de que él sabía que desde siempre lo amé, y que siempre existirá en mis oraciones una cabida para él. Aún cuando no acostumbro orar mucho, hoy le pediré mucho a Dios que resguarde su alma y le permite que me cuide, junto a su amado Alejandro y a los demás.
Le pediré que me permita tener resignación y que no me deje caer. Que no me permita que esto aumente la depresión que ya tengo. Que no me permita que me hunda en la desesperación y la desolación...
Basta ya.
Alfonso ya se encuentra tranquilo, y desde el cielo él sabe que para siempre estará en mi corazón.