Visiones

Qué tanto puede contar un persona que ha vivido sobre la tierra desde 1985?? Muchos podrían suponer que muy poco, pero existimos algunas excepciones que rompemos esa regla. Hi. My name is Marissa and this is me...

Nota

Muchas de las imágenes de este Blog fueron tomadas de internet y pertenecen a sus respectivos dueños, a excepción de mis fotos personales... No tengo intención de hacerme pasar por dueña de lo que no es mío, ni violar ninguna ley de copyright... Si desean que retire alguna imagen suya, háganmelo saber y lo haré con gusto... Disfruten mi Blog...
Marissa_Inmortal

jueves, 31 de diciembre de 2009

Vladdo...



























miércoles, 23 de diciembre de 2009

Feliz Navidad 2009!

Ya que es muy probable que esta sea la ultima entrada del día de hoy, me voy adelantando un día para desearles a todos ustedes, mis queridos y amados lectores, la mejor de las navidades... Espero y confío en que será para todos ustedes un día mágico, lleno de amor familiar, y que todos sus deseos se cumplan, y tengan un buen rato...

Por mi parte, mi Navidad será un poco triste este año, nunca me ha gustado causar lástimas, y no lo haré ahora, pero mi situación financiera es bastante deplorable, y me encuentro en una pocisión en la que no puedo hacer más que sentirme miserable. He agotado mis recursos, mi paciencia, mis esfuerzos. No encuentro que más hacer. He dejado que otros traten de controlar y sobrellevar esta situación, pero encuentro muy dificil el creer que aun no se resuelva nada, y pueda respirar tranquilamente... Como puede dormir tranquilo sabiendo como estamos? No lo entiendo, y jamás lo entenderé, pero por el momento mi unica opción es resignarme y dar el beneficio de la duda, aun cuando Nochebuena es mañana, y yo tengo vacios mis bolsillos y no tengo ni para caerme muerta.

Pero la esperanza muere al último, verdad? No me queda más que resignarme, hacerme a la idea de tiempos mejores, e instalar en mi rostro una sonrisa falsa más.

Tengan todos una muy feliz Navidad, traten de cumplir sus sueños, intenten hacer feliz a aquellos que tengan a su alrededor.

Marissa Inmortal está aqui para ustedes, y espera y confía en Dios en que estará un año más...

Los quiero mucho.

Mary



lunes, 21 de diciembre de 2009

Unas hermosas fotos...


Este fin de semana nos fuimos de vagos, y anduvimos en el cine y en centro magno... una escapada de la realidad y de las presiones y preocupaciones que nos han asaltado ultimamente... ya saben...

Total de que nos tomamos algunas fotitos y, para mi, son unas de las mas hermosas fotos que nos hemos tomado juntos... al fin lo hice sonreír!!!!

Quiero agradecerte por todo lo que hemos pasado juntos, por aguantarme, consentirme, por amarme... gracias por tu forma tan tuya de amarme y de hacerme sentir especial, gracias por pasar conmigo todos estos años y no mandarme a volar por mis loqueras...

Te amo, Danny

Mary

viernes, 18 de diciembre de 2009

Entra en mi vida...

Ahhh... Vaya canción... Esta canción mueve cosas muy poderosas en la gente...

Buenas noches,
Mucho gusto,
Eras una chica mas.
Después de cinco minutos ya eras alguien especial.
Sin hablarme,
Sin tocarme,
Algo dentro se encendió.
En tus ojos se hacia tarde y me olvidaba del reloj.

Estos días a tu lado me enseñaron que en verdad
No hay tiempo determinado para comenzar a amar.
Siento algo tan profundo que no tiene explicación,
No hay razón ni lógica en mi corazón.

Entra en mi vida,
Te abro la puerta.
Se que en tus brazos ya no habrá noches desiertas.
Entra en mi vida,
Yo te lo ruego.
Te comencé por extrañar,
Pero empecé a necesitarte luego.

Buenas noches,
Mucho gusto,
Ya no existe nadie mas.
Después de este tiempo juntos,
No puedo volver atrás.
Tu me hablaste,
Me tocaste y te volviste mi ilusión.
Quiero que seas dueña de mi corazón.

Entra en mi vida,
Te abro la puerta.
Se que en tus brazos ya no habrá noches desiertas.
Entra en mi vida,
Yo te lo ruego.
Te comencé por extrañar,
Pero empecé a necesitarte luego.

Entra en mis horas,
Sálvame ahora,
Abre tus brazos fuerte y déjame entrar.

Entra en mi vida,
Te abro la puerta.
Se que en tus brazos ya no habrá noches desiertas.
Entra en mi vida,
Yo te lo ruego.
Te comencé por extrañar,
Pero empecé a necesitarte luego

Te comencé por extrañar,
Pero empecé a necesitarte luego.

lunes, 14 de diciembre de 2009

De nuevo Navidad...



La Navidad viene ya corriendo, estando ya a 14 de Diciembre, cada día se ven más gentes llendo de aqui para allá con paquetes envueltos, con arbolitos llenos de luces y cosillas por el estilo.



La economía mundial ha pegado a todos, y se ha notado, pero es ya casi imposible pararse por el centro de la ciudad aunque sea un lunes por la mañana, porque está tan lleno que no puedes ni caminar sin que alguien se te apriete, invadiendo tu espacio personal.
Es normal, vaya, lo de todos los años.



Y para mi, esta Navidad debería de ser muy especial. Como ya todos lo saben, este año fue muy complicado, extremadamente difícil, un año que puso a prueba mis nervios, mi autoestima y mi sentido de la supervivencia. Y para mi, esta Navidad debería de ser algo muy especial, algo que me restituyera la fe en la humanidad... pero por la situación en la que me encuentro, tengo 15 días para poder cambiarme de casa, pagar una y mil cosas y aparte encontrar el tiempo para ir a trabajar, mantener mi relación sana y tener tiempo para mi... Mi vida está un poco vuelta hacia abajo ultimamente.



Asi que, aparte de la visita a casa de mi tía Yoly en Nochebuena, y el visitar a mis suegros en Navidad, en mi hogar no habrá celebración realmente. Becky se ha enterado que Santa no existe, que los papñas hacen lo que se puede para hacer felices a los hijos, y ella sola terminó diciendo que ella entiende que no andamos muy bien, y dice que no pide nada realmente, solo un par de peliculas, para que no gastemos mucho. Y eso me parte el alma, desde luego. Y tengo decidido el que con lo poco que me salga de quincena le compraré algo... Ella no tiene la culpa que me encuentre en una situación tan jodida.
Lo triste es que para mi no habrá Navidad. Bastante triste. No me interesa recibir regalos para Navidad. La verdad es que eso se terminó desde hace ya varios años. Lo que me importa en Navidad es estar juntos, y disfrutar realmente, el poder sentirme que la gente me quiere. Eso es todo.



Que tristeza que hay ocasiones en que deseas las cosas, y cuando mas lo deseas, es cuando menos salen... Eso es terrible.

Pero habrá que ser positivos y mantener la fe. Diría Bart Simpson "Si algo me ha enseñado la televisión, es que los milagros siempre le pasan a los niños en Navidad; le pasó al diminuto Tim, les pasó a los Pitufos, y nos pasará a nosotros"...

Mary

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Un nuevo Empleo...

Hace ya un tiempo que no escribo algo personal. Creo que ya es tiempo que lo haga.
Como ya es obvio para todo el mundo, mi periodo en El Chante terminó, fue un buen tiempo, aprendí bastante y estoy agradecida por haber estado ahi, pero no era lo que el destino tenia realmente para mi. No era lo que yo necesitaba ni lo que yo esperaba. Tuvieron muchos cambios en politica, en personal y hasta en sueldos, y de repente sus ideas no tuvieron sentido para mi. Eso y muchas cosas mas fueron los detonantes para irme de ahi.
Pero no pasa nada. La vida me tenia sorpresas. Algunas buenas, algunas no tanto, pero todo cambió en el transcurso de algunos meses de mi vida, y ahora me veo en un tiempo dificil que me tiene en aprietos, y como bajado del cielo, llegó la llamada de Chavita, mi compañero de Urbi, quien mantiene conmigo una maravillosa relación. Le habían dado una coordinación de Ventas en un Fraccionamiento dentro de la ciudad. Eso ya era decir demasiado, nada de irse hasta el otro lado de la ciudad donde estan todas las nuevas construcciones. Un puesto de Ventas? Para nada! Creo que no lo habría aceptado aunque me lo hubiera ofrecido. Un puesto de Telemárketing, que a la vez sería algo asi como recepción, asistente de él y del Gerente, atención a clientes, etc. Está bastante bien. Un sueldo fijo, comisiones sobre venta, y el trabajar con Chavita. Me parece perfecto.

Y aqui estoy, a dos días de haber venido a la entrevista, la vista hacia la barranca me recuerda mi hermoso Urbi, las casas son lindísimas y bastante amplias, y Chavita y Jorge (el Gerente), son asi o más agradables y me tienen muerta de la risa todo el día. No puedo quejarme, parece que vienen tiempos mejores y abundantes, a solo días de tener que cambiarme de casa y con Danny aun trabajando bien, echándole más ganas que antes...
Espero que las cosas vayan bien y vengan mejores tiempos para nosotros.

Besitos

Mary
www.residencialhaciendadelagloria.com

viernes, 30 de octubre de 2009

La Peli... del Siglo! Bastardos Sin Gloria!!


Tengo que ponerme de pie ante la genialidad de este señor...
Debo confesar que (gracias a mi hermano, como ya lo habíamos hablado), desde pequeña he visto miles y miles de películas de horror, y las que el Gran Maestro Tarantino ha hecho son muy muy buenas, pero hasta ahi me parecían. Ya más grande vi Pulp Fiction (Tiempos Violentos), y fue una maravillosa pelicula que me encanta.

Y ahora, varios años después de eso, gracias a mi amorcito vamos al cine a ver esta película con mi Bombón-Pitt, y salgo con una enoooorme sonrisa, que no se me borró del rostro en un buen rato. Se lo dije a Danny, y se lo diré a todo aquel que me lo pregunte: Una de las mejores películas que he visto en toooda mi vida!

Una trama muy cruda, muy explícita (eso si, no es para gente sensible, asi como no lo es ninguna de las pelis de Tarantino), pero ofreciendo un real panorama del mundo en tiempos de Hitler.

Varias historias individuales que al final se juntan y se complementan, los personajes se cruzan y detonan en un final que yo creo nadie veia venir por ninguna parte, un final que me dejó a mi (e imagino que a muchisima gente más) con la boca abirta de par en par.

Un final que para muchas personas será el sueño más maravilloso de la tierra. Un final que para muchos otros, será lo más insultante e indigno que hayan visto. Un final que a muchos les hará saltar de alegría, y que a muchos les hará llorar de emoción.

Vaya, he vuelto a emocionarme, y no puedo esperar a verla nuevamente, a pesar de que hace menos de 15 días que la vi... Ahhh pero una recomendación es que vayan a verla al cine si es que pueden hacerlo... Se que la tentación de correr a comprarla pirata es muy grande, pero por esta vez vayan al cine... no van a arrepentirse...

Definitivamente una de esas ocasiones en que ves una pelicula, y no le encuentras NADA de que quejarte. NADA. Si por mi fuera, levantaría todos los pulgares del mundo para homenajear esta pelicula y a su creador; pero como solo tengo un par de pulgares, Enhorabuena por este EXCELENTE film, y espero a todos les guste como a mi.

De nuevo Halloween! El Corazón Delator...


Por motivo de Halloween, me dedico a poner una historia de fantasmas, este año me apetece publicarles una maravillosa lectura del Maestro de Maestros: Edgar Allan Poe.

El Corazón Delator

¡Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.

Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.

Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.

Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.

Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:

-¿Quién está ahí?

Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.

Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.

Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.

Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.

Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.

¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.

Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.

Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.

Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!

Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?

Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.

Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.

Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.

Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!

-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!